jueves, 18 de noviembre de 2010

[Elizondo:1145] Las hijas del 'Padre de la Patria

Las hijas del "Padre de la Patria

  La quinta generación de descendientes directos de Miguel Hidalgo y Costilla narra  la relación del prócer de la Independencia con doña Josefa Quintana y sus hijas.
 
El hijo del acaudalado matrimonio de don  Cristóbal Hidalgo y       Costilla y   Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor, Miguel Hidalgo y Costilla nació el 8 de mayo de 1753,   en la hacienda de San Diego de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato. Su madre murió cuando    él tenía nueve años, pero no le faltó cuidado y atención   de su padre, de   quien aprendió   las primeras    letras    y la generosidad a los necesitados.    En 1765    inició sus estudios en el colegio de San Francisco, de Valladolid (hoy Morelia) y más  tarde   pasó  al   colegio de San Nicolás Obispo. En su época de estudiante era apodado El Zorro   a causa de su inteligencia y astucia.

En febrero de 1770 se recibió de bachiller    en letras, y    en   marzo   del año siguiente de bachiller en artes en la Real y Pontificia Universidad.   Se distinguió en el estudio de teología escolástica y moral y a los 20 años obtuvo el bachillerato de teología. Posteriormente realizó estudios canónicos en el Colegio de San Nicolás, hizo carrera  escolástica y aprendió latín, francés e italiano, lo mismo que náhuatl, tarasco y otomí

En 1790  fue    nombrado rector del Colegio de San Nicolás, donde formó un círculo en el cual dominaban las    ideas liberales y se exponían libremente opiniones políticas sin importar que estuvieran en contra de las autoridades virreinales y religiosas.
 
Su conducta en general dejaba mucho que desear para la jerarquía de la Iglesia, pues a   la par de sus ideas liberales, llevaba una vida en que juego y mujeres tenían un papel importante.  De hecho tuvo cuatro: Agustina y Lino   Mariano de    Manuela Pichardo,   y Micaela y   Josefa  de   Josefa Quintana. Las inconformidades      generadas      por su   proceder lo obligaron a dejar todo para trasladarse a Colina a ejercer como cura. En enero de      1793,     Miguel Hidalgo fue nombrado párroco  de San Felipe, en Guanajuato. Sin embargo, sus ideas e inquietudes políticas y de crítica contra  la iglesia siguieron haciendo ámpula y fue acusado de hereje ante en Santo Oficio. Aunque la acusación no prosperó, era señalado duramente por la autoridad.

Finalmente, en   1800 abandonó    el  curato de San Felipe para dedicarse a asuntos personales y familiares. No fue sino hasta 1802,    cuando a la muerte de su hermano, cura de Dolores, Miguel ocupó su lugar. Ahí, trabajó de nuevo en favor de los más necesitados, que no dudaron el seguirle cuando   años después,  justo la noche   del 15 al 16 de septiembre de 1810, al grito de "¡Viva la Independencia", convocó a tomar las armas contra la autoridad colonial.

Tuvo importantes triunfos y también algunos errores, los cuales despertaron la desconfianza de los suyos.   Hidalgo fue   hecho prisionero   cuando se seguía el camino rumbo al norte. En Acatita de Baján fue alcanzado y  aprehendido   por   Ignacio   Elizondo, quien lo condujo a Chihuahua. Fue procesado por tribunales civiles    y        eclesiásticos que finalmente lo condenaron a muerte. Fue fusilado la mañana del 29 de julio de 1811.
 
 
 

                               Las hijas del 'Padre de la Patria 


El  Norte.-  DOLORES   HIDALGO,   Gto.-   Don  Miguel   Hidalgo y    Costilla  no  fue sólo el Padre  de la Patria, también fue el padre de Josefa y Micaela, y    se  especula que de varios más, aunque sus nombres  no se conozcan oficialmente.

Por generaciones, los descendientes del prócer   de la    Independencia guardaron el secreto. Del "abuelo" Miguel se hablaba sólo muy en familia y a  puerta cerrada.

Y es que descender de un héroe    nacional      podría ser motivo   de     orgullo si no fuera por su condición  sacerdotal, máxime en    una sociedad   tan apegada a la religión católica como lo es la guanajuatense.

Pero los tiempos cambian y si en    el juicio de      la historia       a nadie    escandaliza que un cura encabezara   la lucha   armada para   liberar al pueblo mexicano del dominio español, tampoco es para espantar que Hidalgo no haya sido muy respetuoso de su celibato.

En 1985, al   cumplirse 175   años del   inicio de la   Guerra de   Independencia,   el Gobierno de Guanajuato      reconoció a los     hermanos Rodrigo, Enedina, Mercedes, María, María Dolores, Germán, María Esther, Víctor y Esperanza Vázquez Mendoza como la quinta generación de descendientes directos del Padre de la Patria.

El reconocimiento fue entregado por  Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación, en  el pueblo de Corralejo, Municipio de Pénjamo, lugar de nacimiento de Hidalgo.

Así se  confirmó oficialmente lo que los historiadores habían       descubierto sobre   la      relación amorosa que sostuvo don Miguel Hidalgo y Costilla con doña Josefa Quintana
 

Josefa y Miguel


El Norte.- María Esther Vázquez Mendoza, una de los nueve       descendientes         de la quinta generación  del cura Hidalgo reconocidos oficialmente, cuenta que por relatos de familia sabe que el prócer de la  Independencia conoció a Josefa Quintana en San      Felipe, Municipio colindante con esta población.

De acuerdo a los historiadores, Hidalgo estuvo a  cargo del curato de San Felipe de 1793 a 1800 y fue en esa época que amplió su biblioteca con      libros de    intelectuales franceses que estaban prohibidos por la iglesia y la corona española.

"Hidalgo era un hombre muy      culto y le gustaba compartir sus conocimientos, por eso  formaba grupos     literarios    y teatrales'',   refiere    María Esther, "en San Felipe, en uno de esos  grupos teatrales conoció a doña Josefa con la que tuvo dos hijas''.

Debió ser fuerte el amor, pues cuando en 1802 el cura fue      comisionado a   la      Parroquia de Dolores, se trajo de San Felipe a Doña Josefa y a sus hijas Micaela y Josefa.

Tuvieron que haber sido muy reservados o de plano la relación     debió causar     escándalo en el pueblo, pues Hidalgo instaló a mujer e hijas en una casa ubicada a menos de 50 metros de donde él vivía.

De   hecho esa   casa ubicada  en la calle que ahora lleva el nombre de Hidalgo número 6, es aún propiedad de la familia descendiente de Doña Josefa Quintana.

De las dos   hijas que tuvieron, Micaela se casó con Julián de Mendoza y procrearon dos  hijos a los que llamaron Ignacia y Francisco.

Doña Ignacia    Mendoza Quintana tuvo un hijo al llamó Vicente y que a su vez se casó con Doña Refugio, con la que engendró dos hijos de nombres Juliana y José.

Don   José murió sin descendencia, mientras que Juliana contrajo matrimonio con Víctor Vázquez y tuvieron   nueve hijos que son los que oficialmente han sido reconocidos como descendientes de Hidalgo, rompiéndose el secreto que la familia se había impuesto por generaciones.

María  Esther    comenta que no fueron ellos, sino los historiadores, que dieron con documentos y datos que revelaban estos sucesos, los que hicieron público el parentesco.

De los    nueve hijos del matrimonio de Juliana Mendoza y Víctor Vázquez ya murieron Enedina y Rodrigo, este último fue el fundador del Banco del Ejército y la Armada de  México. 
 




El Norte.- Por lo mismo de su clandestinidad, de los amores    que tuvieron don Miguel Hidalgo y Costilla y doña Josefa Quintana se sabe poco.

"Mi mamá nos contaba con mucha reserva'', recuerda    María       Esther, quien es ex-catedrática universitaria, "era difícil  aceptar  que fuéramos descendientes del cura Hidalgo  porque se supone que ese estado (el sacerdocio) es muy especial que no podría tener matrimonio ni relaciones''.

Cuenta que para Julianita, su madre y tataranieta del Héroe  de   la Independencia, era  un    tema tabú, un secreto de familia  hablar sobre esa rama de su árbol genealógico.

"Mi mamá era muy católica            y sentía como       una afrenta que         un cura hubiera tenido  hijos   naturales, aunque yo le decía, bueno, ¿y cuáles son los hijos  no naturales?'',      comenta     "Para ella era un pecado, una vergüenza''.

El recuerdo más vivo que tenía Julianita sobre la conformación de su linaje, y que comentó    a sus hijos, fue el día que sacaron de su casa, la misma donde el cura Hidalgo  había         instalado a su tatarabuela Josefa Quintana, algunas pertenencias del héroe.

Ente las cosas que sacaron de la casa ubicada en la     calle que    actualmente se   llama   Hidalgo número 6, estaba el confesionario de Hidalgo, alguna   ropa, libros y objetos de su         quehacer eclesiástico, los cuales fueron llevados a la Ciudad de México para exponerse en   museos.

María Esther entiende así la conducta de su  antecesor: "Hidalgo era  un hombre    muy culto,        adelantado a su tiempo, que     si fue          sacerdote fue    porque en  esos  tiempos  las   familias acostumbraban la vocación de sus hijos por dedazo".

Ahora siente como un "orgullo inmerecido" saberse descendiente del Padre    de la    Patria,          aunque este sentimiento se confunde      con la insistencia que        mantuvo la familia por años de mantenerlo muy en secreto.


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